Muchos días un grupo de jubilados nos encontramos en el bar para tomar el café de la mañana. Algunos vienen de buscar espárragos, coger ‘bolets’, o simplemente de pasear, otros nos acabamos de levantar.
Sobre las conversaciones matinales hay dos preferentes, sobre el tema de nuestras vidas de jóvenes o muestras luchas, y otras sobre la situación actual o políticas. Amén de otras cosas diarias.
Las primeras nos sirven para reflexionar como fueron nuestras vidas, el porqué de la inmigración a Catalunya, cómo vivimos, y cómo luchábamos. Una de las conclusiones es que falta que la gente luche por conseguir las condiciones de una vida digna.
La verdad es que no nos ponemos de acuerdo en que, si en nuestras ciudades natales nos lo pasábamos muy bien o que la situación no llevaba a una extraña normalidad que hacía que, aunque pasáramos necesidades como dice el refrán le echábamos buena cara al mal tiempo.
Pero coincidimos todos en que esto no es lo que era, pero no por la lucha generacional, sino porque todo el esfuerzo realizado ha ido al vertedero, y eso obliga a seguir en la brecha.
Claro está esto nos lleva al segundo gran tema de las discusiones, hablar de política, de impuestos, de derechos, de la seguridad social, vamos de todo aquello que creemos que está funcionando mal, nos da mucha pena y nos frustra, pensado ¿lo habremos hecho mal? O lo que es peor, no ha servido de nada.
De cualquier forma, lo que si queremos es que esto funcione bien y no nos defrauden, pero me gustaría, y les pido perdón a las otras generaciones porque desconozco sus conversaciones, que nos encontráramos.
Parece que como jubilados tenemos más tiempo para hablar, pero hay que buscar tiempo y hablar con gente de todas las generaciones, tiempo que sería de oro y posiblemente seremos capaces de hacer algo conjunto.
Hay que unir los criterios y entre todos defender los derechos.
Encontrarnos es sinónimo de salud social y la salud social nos puede llevar a una mejor calidad de vida.
