Hacía mucho que no te veíamos por Gavà. ¿Cómo afrontas el 22 de mayo?
Tengo muchas ganas de reencontrarme con mi gente, con mi familia y con mis amigos y de recordar viejos tiempos a los que nos traslada la música. Espero estar arropado por todos vosotros y ofreceros un espectáculo con muchos artistas y compañeros que van a estar conmigo sobre el escenario. Y es una maravilla en estos tiempos tan convulsos poder estar en la carretera y volver a sentirnos vivos encima de un escenario.
Si sacar un disco es difícil, ¿hacerlo ahora ha sido más complicado?
Es un milagro. Tenía ganas de hacerlo y me refugié para componer en una casita de madera en el pueblo de la Franja donde viven mis padres y gran parte del disco se gestó allí. Y allí me pilló la pandemia, cuando prácticamente tenía el disco cerrado. Así que tuve que ponerme a trabajar con los músicos de otras maneras. Por suerte, casi todo el mundo tiene su home studio en casa con buena calidad de software y hemos podido hacer el disco a distancia, rodeándome de buenos amigos que he ido haciendo en tantos años de carrera. Y creo que el resultado es asombroso aunque hayamos construido la casa por el tejado.
¿De qué va “Cuando”?
Es un disco para el que he usado algunos temas que tenía guardados en discos duros y que había ido grabando con el móvil en las giras, pero el 80% ha sido concebido últimamente y tiene mucho que ver con el tema de la pandemia y esta montaña rusa que hemos vivido. En lo musical es muy ecléctico porque he trabajado con muchos artistas diferentes y he intentado absorber de ellos todo lo que he podido. Por otra parte, en mi vida he tenido influencias de música de todo tipo: anglosajona, americana o de ese pop español que me encanta y que viví en primera persona cuando aterricé en Madrid en los años 90.
¿Mejor Madrid que Barcelona?
Es que cuando llegué a Madrid me sentí en mi salsa, porque no me podía creer la oferta musical que había de domingo a domingo. No es que Barcelona no fuese una ciudad musicalmente interesante, siempre lo ha sido, pero el enfoque era hacia otro tipo de música más jazzera que no me interesaba tanto.
Eres hijo de guitarrista y nieto de guitarrista. ¿No hubo otra opción?
Pues no (ríe). Mi padre me colgó la guitarra cuando solo tenía cinco años porque dicen que ya se veía que yo estaba por la música. Y mientras mis amigos jugaban a la pelota en la calle, la que ahora es Comte d’Urgell, yo estaba muy pendiente de que mi padre me enseñara a tocar los primeros acordes con una guitarra eléctrica Rickenbacker modelo John Lennon que, pese a ser pequeña, me venía muy grande.
Y todo eso desembocó rápidamente en subir a los escenarios…
Al cabo de un año de ensayos mi padre cogió a mis amigos y montamos un grupo. El que tocaba el tambor en las procesiones de semana santa fue el batería, a un vecino le colgó una guitarra, le quitó dos cuerdas y lo puso de bajista, mi prima en los teclados y yo con la guitarra haciendo de líder. Fueron cinco o seis años hasta que aquello ya no se pudo sostener más, pero fue algo alucinante que no olvidaré jamás.
¡Incluso fuisteis teloneros de Parchís!
Compartimos toda una gira con ellos, a diferencia de que nosotros tocábamos de verdad y ellos solo cantaban y bailaban (ríe).
¿No haber tenido tanto éxito como Parchís crees que ha sido bueno para ti?
La verdad es que me alegro y agradezco no haber tenido la vida de estos chicos, tan jóvenes, cegados por la fama y con contratos leoninos. Y te puedo contar algo muy curioso que no suelo explicar. Cuando Tino, el cabeza visible de Parchís, decidió probar suerte en solitario, el grupo no se disolvió y buscaron una nueva formación para estirar el chicle unos años más. Y recuerdo perfectamente el momento en el que llamaron a mi padre de la discográfica y le dijeron que la plaza de Tino era mía. Yo estaba comiendo un plato de macarrones en la cocina y mi padre me lo explicó y yo simplemente me giré, le dije “no, porque bailan y yo no sé bailar” y seguí con los macarrones. Porque yo era un roquero, tocaba la guitarra y lo que quería era cantar mis canciones y todo aquel rollo no me gustaba. Le agradezco mucho a mi padre que no me obligase a aceptar pese a la pérdida de dinero que supuso.
No hubo dinero, pero puede que esa decisión te llevase de ser telonero de Parchís a serlo de BB King, por ejemplo…
Pues ya ves, aunque nunca se sabe lo que te va a deparar el futuro. Porque tampoco fue una cosa de un día para otro. Yo aterricé en Madrid con un primer disco, pero tampoco me convenció el planteamiento de la discográfica que quería conducirme demasiado. Yo tenía mis canciones que había compuesto en Gavà y eso es lo que quería tocar. Así que pasé cinco años cantando de crooner con pajarita en hoteles de Madrid y me ganaba muy bien la vida.
Hasta que sonó el teléfono…
Sí, me llamó mi amigo Pepe Bao porque estaba ensayando con Raimundo Amador y les faltaba un guitarrista. Yo estaba con mi smoking para cantar en un hotel y allí que me fui con la pajarita para hacer la prueba. La sensación cuando entré fue que era un camarero del bar de abajo que había subido por si querían unas cervecitas (ríe). Y de esa manera entré en la banda de Raimundo Amador y, en una semana, ya estaba debutando en el velódromo de Horta teloneando a BB King. Di el paso de cantante de bodas, bautizos y comuniones a eso en solo cinco días. Alucinante.
Y después has tocado con lo mejor de lo mejor…
Pues sí. He llegado a retener cinco repertorios con las letras y las músicas porque intentaba alternar cinco giras a la vez. Acababa de tocar con Ariel Rot y tenía que llegar a la otra punta de España al día siguiente con Los Secretos o con Antonio Vega. Fueron años de mucho trabajo y de no dormir mucho, pero era joven y era una época bendita en la que se hacían más de cien conciertos al año.
Tienes un gran prestigio en el mundo de la música española. ¿Te hubiese gustado haber sido más conocido entre el gran público?
La vida me ha puesto en esta trayectoria y no me arrepiento ni lo más mínimo. Todo mi aprendizaje y lo bien que me lo he pasado estos años no lo cambio por nada y, por otra parte, vivo más tranquilo. He podido disfrutar de la primera división sin ser el protagonista y estar agazapado detrás del ampli te quita esa responsabilidad que tiene el que sale en el cartel si algo sale mal
¿Y cómo lo llevas cuando cantas tus canciones?
Me crea algo de ansiedad dar ese paso al frente, pero obviamente es mucho más gratificante cantar tus temas y que la gente los conozca. Y, poco a poco, voy picando piedra, como siempre dice Manolo García, y los van conociendo más. Y nunca se sabe… A lo mejor suena tu canción en un spot o en una película y te lanza.
Marc Grau, Alejandro Martínez, Jordi Portaz… Gavà es una ciudad que ha dado muchos músicos que han estado detrás de los grandes. ¿Por qué?
Quizás es una maldición (ríe). Creo que es una cuestión de suerte, aunque creo que lo del éxito es muy relativo. Para alguien el éxito puede ser llenar el Palau Sant Jordi y para otra persona simplemente lo es tener una vida tranquila. Todos los que has nombrado son musicazos hayan estado delante o detrás. Quizás podríamos juntarnos unos cuantos de Gavà y hacer una caravana (ríe).
He dejado lo mejor para el final. ¿Qué significó tu paso por Ràdio Gavà?
Fue un periodo de transición muy bonito en mi vida que me permitió seguir en contacto con el mundo de la música. Recuerdo a Salva Tudela, a Juani Ruzafa, a Maite Alonso, a Ramon Eloy Borrego o a José Luís Aranda “El Negro” que ya no está con nosotros. Yo era una persona muy tímida y todos me acogieron muy bien. Me llamaban “el niño” porque, claro, yo tenía 15 años. Y fue una época gloriosa, los cinco mejores años de mi vida. Ràdio Gavà significa para mí ese momento en que descubres tantas cosas: tus primeras salidas, tus primeros besos o tu primera novia. Fue alucinante y cuando hablo con vosotros se me abre el corazoncito.
BIOGRAFÍA
Nació en el Hospital de Viladecans en 1969 y cinco años después ya debutaba sobre el escenario de la discoteca Tutankamon tocando la guitarra junto a su padre. Y es que Ricardo Marín es hijo de un guitarrista que llegó a tocar con Los Sírex y nieto de otro guitarrista, un reputado del flamenco en la comarca. La música ha sido su vida y le ha llevado a tocar en las mejores plazas y para los más grandes: Raimundo Amador, Rosario, David Summers o Miguel Ríos, entre otros muchos. Actualmente es director musical de Manolo García y acaba de lanzar su tercer disco: “Cuando”, cuya gira de presentación le trae de nuevo a Gavà, el lugar donde empezó todo. Aquí fue integrante de grupos infantiles como Pequeños Muchachos y Charco Uno y, más adelante, pasó por Ràdio Gavà, donde hizo de todo: desde programas de música hasta magazines. Después de recalar muchos años en Madrid, ahora reside en Marbella.