Carla Fernández
Carla Fernández

Lo de jugar en Mérida era algo que no te esperabas. ¿Cómo surgió la posibilidad?

Fue algo muy inesperado. Me llamó mi representante un domingo por la noche porque en Mérida necesitaban jugadoras y estaban en un mal momento. Me preguntó si era posible que me incorporara como refuerzo pero tenía que ser algo inmediato. Esa semana tenía muchos exámenes, estaba en casa de una amiga y rápidamente llamé a mi madre que, de entrada, me dijo que no, que ni de broma, porque no podía dejar todos los estudios a medias. Así que de un día para otro tuve que convencer a mis padres que, al final, miraron por mí para que fuese feliz y estuviese bien. Así que al día siguiente a las siete de la mañana estaba cogiendo un vuelo para entrenar ya ese mismo día en Mérida.

¿En Catalunya no se jugaba?

No. En Catalunya se entrenaba, pero la liga se había parado por el tema de la Covid-19. En Mérida, al ser competición nacional, sí que se jugaba. Por eso era una buena ocasión y no podía dejar que se perdiese.

¿Por qué decidiste arriesgarte, contra lo que te decía tu propia madre?

Pienso que los trenes solo pasan una vez. Ya hubo una ocasión en la que tuve una oportunidad parecida, no la aproveché por no arriesgarme y no quería que volviese a pasar. Y eso también creo que es lo que hizo que mis padres acabasen viéndolo de otra manera y pensaron que por intentarlo no se perdía nada. Además, saben que yo vivo por el fútbol, que es muy importante para mí, que lo necesito. Y más en estos momentos que estamos viviendo con la pandemia. Así que al final lo vieron claro y decidieron que yo pudiese estar en Mérida.

Empezaste a jugar muy pequeñita y eras la única niña en un equipo de niños…

Sí, en el barrio, en Ca n’Espinós. Era una extraescolar en la que era la única niña y todos eran chicos mayores que yo. Mi primo jugaba en el Viladecans y yo iba a verle entrenar y un día me dijeron si quería probar y así acabé jugando en otro equipo en el que todos eran niños. Hasta que crearon un equipo femenino que fue mi primera experiencia jugando con niñas.

¿Te supuso algún problema jugar entre niños?

La verdad es que es una experiencia muy chula. De primeras puedes pensar que eres la única chica y que será un problema, pero luego aprendes mucho y es una experiencia diferente. No me echó para atrás porque, si de verdad te gusta el fútbol, eso no es algo que importe demasiado.

Nos cuentan que tuviste que elegir entre el baile y el fútbol…

¡Y entre más cosas! En Ca n’Espinós se hacían extraescolares de flamenco, fútbol, balonmano y baloncesto. Yo las hacía todas y además jugaba al beisbol. Y recuerdo muy bien el momento en que mis padres me pidieron que me decidiera porque no tenía tiempo para hacerlo todo y podía afectar a mis estudios. Y casi me decanto por el beisbol, porque me también me gustaba mucho desde que lo había probado con el colegio, pero al final me decidí por el fútbol y aquí estoy.

¿Y qué tiene el fútbol para que te decantases por él?

Pues porque es un espacio en el que puedo desconectar. Como cualquier otro deporte, que me gustan casi todos, pero al ser de equipo creo que te distrae más.

Así que eres jugadora de equipo…

Es que no es solo fútbol. También aprendes valores y a convivir con otras personas. Todo eso ayuda a que sea un deporte que me apasiona.

El fútbol femenino ha tomado más protagonismo en los últimos años. ¿Cómo ves esta evolución?

Se ha hecho mucho, pero aún queda bastante por hacer y va a ser difícil igualarnos con un masculino. Pero ha habido un cambio brutal y eso se ha notado. Espero que las chicas que están empezando ahora puedan disfrutar en el futuro de todo el camino que estamos haciendo ahora.

Has pasado por varios equipos en un tiempo relativamente corto ¿Ha sido fácil la trayectoria?

Bueno, ha habido de todo. En el equipo en el que mejor me he sentido ha sido en el Fontsanta-Fatjó, donde siempre me han tratado muy bien. Para mí ha sido como mi casa y siempre va a serlo. Cuando estuve en el Levante, para probar en nacional, acabé volviendo a Fontsanta porque forma parte de mí. Las decisiones nunca son fáciles, pero te vas guiando por el momento y por las circunstancias que vayas pasando.

¿Y, soñando, dónde te gustaría jugar?

El Barça siempre ha sido mi equipo favorito (ríe), pero con jugar en una buena categoría y disfrutar ya tengo bastante.

De momento, ahora eres romana en un Mérida donde las cosas están costando esta temporada…

No están saliendo demasiado bien y los resultados no acompañan, pero los partidos están siendo muy disputados y le ponemos muchas ganas. Por ejemplo, en el primer partido que jugué aquí, contra el Sevilla, acabaron metiéndonos un gol en el minuto 94. Se luchó, se jugó, se disputó… pero no pudo ser. Y eso es lo que nos está pasando.

¿Hay esperanza de salvación?

Claro, eso nunca se pierde. Al fin y al cabo es una categoría diferente y cada partido es un partido distinto.

¿Qué tal te han recibido en Extremadura?

La verdad es que me preocupaba bastante porque soy muy vergonzosa de entrada. Pero me han tratado muy bien. Además, convivo en el piso con cinco de mis compañeras que también vienen de Barcelona aunque no las conocía, y eso me ha ayudado bastante a integrarme. Me han acogido muy bien, son muy simpáticas y tienen un equipo de vestuario bastante bueno.

¡Qué suerte convivir con cinco en estos tiempos de Covid!

¡No me hace falta salir de aquí, ya me lo paso bastante bien con ellas! (ríe)

¿Tus padres cómo lo llevan?

Bueno… vamos hablando por teléfono pero la verdad es que no tengo mucho tiempo porque entrenamos todos los días de la semana excepto el martes y estoy estudiando y le dedico mucho tiempo. Ya no tengo ese hueco que antes tenía en casa para poder hablar con mis padres y saber qué tal nos había ido el día, pero seguimos en contacto y creo que ellos están muy contentos por mí.

¿Y los estudios?

Sigo el bachillerato, porque sé que del fútbol no voy a vivir y no quiero dejar los estudios. El único problema es que aquí en Extremadura las modalidades son distintas. Pero, al fin y al cabo, sigue siendo bachillerato, he tratado de adaptarme lo mejor posible y sigo adelante.

¿Quiénes son tus referentes futbolísticos?

Pues no tengo una jugadora de referente exacta porque me voy fijando en unas y otras según los partidos y según los equipos. Pero, por ejemplo, Aitana Bonmatí me llama mucho la atención por toda su trayectoria en el fútbol, porque lleva en el Barça desde muy pequeñita y ha ido paso a paso hasta estar donde está ahora y me gusta mucho su estilo de juego y su actitud. También otras jugadoras como Virgina Torrecilla o Claudia Zornoza.

¿Y entre los chicos?

Iniesta siempre ha sido mi favorito. Y Thiago también.

Miremos al futuro. ¿Te ves jugando al fútbol o dedicándote a otras cosas?

La verdad es que no quiero pensar demasiado en el futuro. Siempre intento mirar el presente porque, si no, me estreso un poco. Intento disfrutar lo máximo y ya vendrá lo que tenga que venir.

BIOGRAFÍA

Empezó a jugar al fútbol rodeada de niños, en su barrio de Ca n’Espinós. Un deporte del que se enamoró y que fue su elección cuando descartó otras opciones como el baile flamenco. Con solo seis años ya jugaba en la U.D. Viladecans y más adelante pasó por el Fontsanta-Fatjó y por el Levante Las Planas. Ahora juega en la otra punta de la península, en el U.D. Mérida, un equipo de la Primera Nacional, el equivalente a la Segunda B masculina. Su llegada fue apresurada y de un día para otro para reforzar las filas de un equipo acabado de ascender y que está sufriendo para mantener la categoría. Allí, esta centrocampista y extremo espera poder ayudar para que las romanas puedan pasar un año más en primera. Puede aportar su habilidad con ambas piernas y su forma de competir: técnica, rápida y con visión de juego.